Una de las primeras frases que mi vieja lanzó cuando se enteró que era lesbiana fue “No vas a ser feliz”. La contundente afirmación me pasó por un costado, sin tocarme. No lo decía con maldad, sino con sincera preocupación, esa que todavía mantiene pero que ahora disimula. ¿Estamos destinadas al fracaso? ¿A relaciones promiscuas, histéricas y a corto plazo, como esas que se ven en “The L Word” o su copia inglesa “Lip service”? ¿Estamos destinadas al suicidio, a la soledad, al sufrimiento y/o al engaño como no se cansan de mostrar la ola de películas sobre lesbianas que vino a golpear a esta desinformada orilla?
Está bien, seamos justas, si hablamos de historias de amor en la pantalla grande más de una pareja -ya sea hetero, gay, bi o etcétera- podrá no sentirse identificadx. Ciertamente ningún director/a y/o guionista firmó un contrato que lx obligue a contar todas las historias posibles que podrían llegar a suceder en el planeta. Aún así, me animo a decir que pecaría de necix quien dijera que el cine no refleja -de maneras muy diversas- el contexto en el que está inmerso.
Seamos doblemente justas, las cosas van mejorando, ya no solo se ve a dos mujeres besándose en una porno. Aunque los primeros intentos –a modo de ejemplo en la industria musical las “Tatu” y en el cine “Criaturas Salvajes”- se ajustaban perfectamente a la “fantasía típica masculina”, de a poco, y no sin contra ataques, las parejas, tríos y grupos de lesbianas en la pantalla se fue diversificando. Pero, si el mundo hetero se hartó de las historias al estilo “Cenicienta” y “Romeo y Julieta”; yo levanto la voz y pido por favor ¡La cortemos con las tragedias lésbicas!
Ya lo entendimos, salir del ropero no es fácil, ahí están “Fucking Jamal”, “Lost and delirious” y “Kissing Jessica Stein” para, de distintas maneras, ilustrarlo. La homofobia puede llevar a finales trágicos y más cuando la marginalidad que puede producir ser homosexual se mezcla con otros dramas: “Monster” y “Boys dont Cry” nos los recuerdan con todo su crudeza.
Pasa en la vida y pasa en la televisión. Es verdad. Pero también hay otra realidad, la de ser lesbiana y ser feliz. Nuestras historias no cuentan cómo una pareja hetero, sacada de algún cuento de Disney, se ve trastornada por la aparición de una mujer poco convencional -“Eloise”, “Imagine me and you”-, sino el de dos mujeres que se saben lesbianas, que viven cada segundo de su vida como lesbianas y que todos los días pueden sonreír a pesar del espanto de quienes creen que nosotras solo pertenecemos a clínicas de rehabilitación, psiquiátricos o al infierno. Yo, nosotras, somos lesbianas felices y nos proponemos seguir siéndolo, ¿Ustedes se animan a verlo?
Gatta
Nota de la autora: Por supuesto, no hay un único destino posible ni deseable para las parejas homosexuales -ni de ningún tipo-, las películas que nombre -que tampoco son necesariamente las más representativas- hicieron su contribución a nuestra historia y están en todo su derecho a mostrar la perspectiva que deseen, lo que se quiere resaltar acá es que hay otra posibilidad, en la que nuestra condición de lesbianas no tiene por qué llevar intrínseco ningún drama.