Sea por mera curiosidad o ejercicio crítico, una de las preguntas frecuentes de quienes nos van conociendo es “¿Por qué CRUZADAS?”. Partiendo del principio de que la conformación de las identidades es un continuum en el que intervienen una multiplicidad de factores, hacemos hincapié en ciertos puntos que nos llevaron a la elección de la nomenclatura por la cual hoy se nos conoce.
“A la Iglesia Católica, Apostólica y Romana que se quiere meter en nuestras camas, le decimos que se nos da la gana de ser MUJERES, FEMINISTAS Y LESBIANAS!!”
Algunxs, con un poco de aprensión, nos preguntan el por qué de un nombre que está históricamente ligado al catolicismo. Efectivamente, “Las Cruzadas” fueron campañas militares, que se llevaron a cabo entre el siglo X y el XIII aproximadamente, contra los pueblos paganos, contra los herejes cristianos y contra los enemigos políticos del Papado. Por extensión, el término se emplea para describir cualquier guerra religiosa (“saquen sus rosarios de nuestros ovarios”) o política (“lo personal es político”) y, en ocasiones, cualquier movimiento político o moral (“conmigo no han de jugar, conmigo no han de poder, yo no soy ninguna escoba conmigo no han de barrer”).
Primero, nosotras somos CRUZADAS, sin artículo determinante. Segundo, entre las acepciones admitidas oficialmente, se encuentran: encrucijada, lugar donde se cruzan calles o caminos, y campaña, en pro de algún fin.
En este sentido, nos cruzamos y le hacemos frente a la hipocresía de una sociedad que nos invisibiliza, nos oprime y pretende silenciarnos con su discurso heteropatriarcal.
Nos cruzamos y le hacemos frente a la misoginia, a la lesbofobia y a todas las acciones machistas que nos violentan a diario.
Nos cruzamos, desmantelamos una estructura de pensamiento arcaico y luchamos por construir la sociedad en la que queremos vivir.
Descreyendo del poder de las etiquetas, nos reapropiamos y resignificamos conceptos. Nosotras somos CRUZADAS, no somos lo que pensás, somos lo que queremos…
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