Hace dos años, en un barrio de Córdoba, Daniel Torres descerrajaba un disparo de escopeta sobre el cuerpo lesbiano de la Pepa Gaitán, pareja de su hijastra. El tribunal penal Nro. II condenó a Torres un año y medio más tarde y caracterizó el crimen como un crimen de género, de violencia hacia las mujeres, invisibilizando el lesbianismo de Pepa y la lesbofobia de su asesino. Por Indymedia Córdoba


La lesbofobia -como la transfobia, la homofobia y la travestofobia- es un dispositivo disciplinador, que busca guardar la "coherencia" entre sexo-género-deseo, restringiendo las posibilidades de existencia a varones y mujeres heterosexuales y dejando fuera de "lo posible" y de lo aceptable cualquier otra expresión sexogenérica.

Pero insisten, ¡existen! Y esa existencia hace temblra los cimientos de una sociedad y un sistema económico basado en la opresión y el sometimiendo del heteropatriarcado. Y esa existencia hace temblar a quienes construyen sus redes de relaciones encaramadxs en sus privilegios sexogenéricos. Y esa existencia retuerce a quienes imaginan una sola versión posible y "correcta" de mundo, heteronormado, como dios manda.

Valeria Flores describe en el suplemento soy del página/12 cómo la lesbofobia incluye "los insultos y burlas sistemáticas, las amenazas, las sanciones y extorsiones afectivas, la imposibilidad o negación de otorgarle existencia a nuestro deseo, el encierro doméstico, la expulsión de nuestras familias, el deseo de muerte por parte de los progenitores, la pronta psicologización, la oscilación polarizada entre la hipersexualización y la desexualización, la atención ginecológica bajo presupuestos heterosexistas, los golpes y el maltrato, las violaciones rectificadoras y las que no, el aislamiento, la pérdida de la tenencia de los hijos e hijas, el hostigamiento heterosexista, el temor a perder el trabajo, las dificultades laborales por portar una expresión de género masculina, la estigmatización y hasta el asesinato".

Y hasta el asesinato. La acción de hacer desaparecer aquello que escapa a nuestra matriz de normalidad, aquello que nos revuelve las tripas y carcome la cabeza. Eso hizo Daniel Torres. Y para eso eliminó físicamente a quien portaba ese lesbianismo inquietante. Eso reprodujo el tribunal cuando calló el lesbianismo de Pepa.

En estos días se cumplen dos años de ese violento acto de afirmación del régimen heterosexual. La presencia de la Pepa se hace casi tangible gracias al ejercicio de la memoria colectiva y militante.

Y entonces se repite: caminando por la ciudad universitaria, una sorpresa desagradable, una ausencia: la pared del pabellón verde de la Facultad de Filosofía y Humanidades en la que se pintó el mural colectivo a un año del asesinato de la Pepa, regresó a su color original. También había sucumbido frente al verde otro mural contra la homo-lesbo-transfobia. No así otros, que hacían referencia, por ejemplo a la lucha de las abuelas de plaza de mayo, o a la libertad a la galle.

Otra vez la violencia, esta vez institucional, en la Universidad Nacional de Córdoba, invisibilizando, "blanqueando", volviendo a la normalidad anterior, ocultando el indigerible lesbianismo.

Juan Manuel Burgos y Sofía Chaij, artistas plásticxs, preparaban una instalación para el "mes de la mujer" de la galería del Buen Pastor*. La muestra, bajo el nombre "Inapropiada/inapropiable", buscaba interperlar la estabilidad del significante "mujer", "cartografiar las voces de un amplio espectro de feminidades lanzadas al espacio público en los últimos tiempos -feministas, lesbianas, travestis, trans, trabajadoras sexuales, queer, dragqueens." No alcanzaron a montar la muestra.

El 2 de marzo -denuncian en su texto "inapropiada para la familia, inapropiable para la censura provincial"-, iniciado el trabajo de montaje, recibieron un llamado de Sonia Leavi, responsable de la galería de artes en el espacio, en el que les decía que "aunque no había tenido tiempo de ver todo lo que estaba montado, le había parecido muy burdo lo que vio, especialmente un cartel dorado que anunciaba: Y Dios creó a travestis y lesbianas. Amén”. La "opción" era elegir entre retirar los contenidos que hacían referencia al lesbianismo y a lo trans, o bajar la muestra.

Otra vez los engranajes que sostienen el stándard de moralidad y normalidad comenzaron a funcionar. Otra vez la violencia se expresó en la invisibilización del lesbianismo.

Duermen tranquilxs lxs guardianes del género...

*El hoy espacio del Buen Pastor funcionó una cárcel de mujeres, en la cual hubo presas políticas durante la dictadura militar. La transformación de este espacio en un centro comercial de alto consumo fue resistida por las expresas del buen pastor y otras organizaciones. Allí se produjo la fuga del 24 de mayo de 1975, donde veintiséis presas políticas pertenecientes a distintas organizaciones revolucionarias recobraron su libertad y se reincorporaron a la lucha.


Por Indymedia Córdoba

argentina.indymedia.org

FOTO: Eugenio Adorni

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