Cuatro casos hipotéticos basados en anécdotas reales. Cuatro posibles situaciones de vida que son, están y se sufren sin necesidad.

“Nahhh, ¿yo homofóbica? Si yo soy re-abierta. Mirá, uno de mis mejores amigos es gay, con eso te digo todo. Es di-vi-no. Cuando no tengo con quién ir a un casamiento o algo así lo llamo a él y entonces nadie me jode con lo de la soltería. Y bueno, es recíproco porque él me lleva a mí a sus reuniones familiares. Me parece que en la familia piensan que soy la novia, está todo bien. Intercambiamos favores, jajaja, vos viste cómo es esto. Encima, está buenísimo porque a veces me lleva a los lugares esos donde va toda gente como él… y, no sabés, te encontrás con cada personaje… yo
me siento como si fuera a una fiesta de disfraces sin límites. Y las minas… está todo bien con las minas… dicen que tienen un radar, así zafa porque no te joden. Se mezclan entre ellas. A veces son un poco secta me parece, pero mejor porque sino sí que sería un problema, ¿te imaginás? Qué asco. De los gays, está buenísimo que son más sensibles, entonces les contás todo como si hablaras con una mujer y sabés que te están dando más bola que al fútbol de los domingos, ves… eso no se puede con las tortas porque como no se pueden pelear por ver quién la tiene más larga compiten
por ver cuál parece más machito, medio al pedo, pero es así. Y a él, obvio que lo saco con mis amigos, nos encanta porque parece que no le molesta ser el centro de las miradas. Es el gay del grupo, otra no le queda. Aunque, ahora que lo pienso, cada vez viene menos con nosotros, me parece que se está metiendo en una de esas sectitas homo… y claro, así ¿cómo quieren que no los discriminen? Después salen con las banderitas de colores, festejando un orgullo no sé de qué… mirá si yo voy a hacer fiesta porque me gustan los tipos. No, no, ahí ya no comparto. Tampoco es cuestión de andar haciéndose ver, después la gente se confunde. Él alguna vez me pidió que lo acompañe, yo le dije que dé gracias por lo que tiene, la posibilidad de salir con amigos normales, porque antes eso no pasaba, y que las marchas esas lo único que hacen es darles una imagen negativa, como que se la pasan de fiesta. No sé, yo no lo entiendo, porque encima que le tocó ser como es… esa necesidad de tener que andar remarcándolo…”

Juan tiene cinco años, le gusta ir al jardín de infantes por las mañanas y a la plaza por las tardes. Tiene amigos y amigas, corre, juega, grita, pide videojuegos y artículos electrónicos para sus cumpleaños y para Navidad. Sonríe con frecuencia y no tiene más ñañas que las achacables a cualquier hijo único en edad preescolar. Una mañana, en el jardín, la maestra de Juan les pidió a los chicos que dibujaran a sus familias. Juan lo hizo, la consigna no presentaba ninguna dificultad. Sin embargo, la señal de alarma se activó en el rostro de la maestra cuando vio el dibujo del
nene y decidió que lo más conveniente era citar a su mam
á.
Marta y Carla llegaron puntuales en la fecha acordada. Tras los saludos protocolares, la maestra preguntó a Marta, cuyo nombre era el único que figuraba en el expediente de Juan, si Carla era amiga de la familia o pariente de Juan. Carla adelantó la respuesta: “Soy la mamá, la otra mamá.” La maestra, tratando de no dar signos de sorpresa o rechazo, pidió explicaciones del modo más educado que pudo: “ah…. es que Juan, en su ficha de inscripción, figura como hijo de madre soltera, por eso…”
Ellas, no sin cierto fastidio ante la costumbre obligada de tener que andar explicándose con frecuencia en situaciones similares, improvisaron una charla informativa sobre las familias homoparentales, familias invisibles en Argentina porque no hay ninguna legislación que recoja su existencia. Juan solo puede ser hijo de una de ellas en lo legal, aunque en lo afectivo haya sido deseado, buscado y hallado, desde un primer momento, por ambas. Juan nació de un vientre anónimo y se crió, a cuatro tetas, con dos mamás. Ellas decidieron no ocultarle nada a él
(¿cómo hacerlo en el seno de un hogar que aboga por la transparencia?) pero él, criatura perceptiva, entiende de la invisibilidad y no la acepta, prefiere dibujar. Si algo le pasara a Marta, Carla no tendría ningún derecho sobre el pequeño, él quedaría bajo la custodia de los parientes de Marta y de ellos dependería su futuro contacto con ella.
Ellas, como tantas otras y tantos otros, tuvieron todas las dudas y todos los miedos cuando se lanzaron a la aventura de ampliar la familia a sabiendas de que el tercero en cuestión probablemente quedaría expuesto a prejuicios y estigmas. Apostaron por educar a su hijo en la tolerancia y el respeto por la diferencia, e intentan dotarlo de herramientas que lo vuelvan menos vulnerable a las reacciones de alarma en las caras de la gente y a las posibles etiquetas invisibilizantes que lo esperan a lo largo de su vida.

- Bueno, lo primero que tenés que saber es que te queremos. Como padres tuyos que somos, un poco olfateábamos el asunto y bueno… si esta es tu elección y te hace feliz…
- Yo… no sé. No es ni una cosa ni la otra, es bueno saber que ustedes están y todo eso, pero no sé dónde estoy yo. Porque ahí afuera todo parece tan… áspero. Me da un poco de mucho miedo, así que nada. Por lo menos sé que es mi vida privada y de eso participa solo quien yo quiero que participe.
- Es difícil hoy, pero menos que ayer. Y sí, es tu vida privada. Aunque, bueno, tenés que estar preparada para cuando te señalen con el dedo. Porque a la gente le gusta hablar, lo sabemos.
- ¿Por qué tengo que estar preparada? No quiero salir, ni que la gente hable. Yo quiero llevar una vida normal, nunca quise ser diferente. Eso también sabemos.
- ¡Pero hija! Si vos misma te menospreciás... ¿Quién te convenció de perderte? Todos somos diferentes y no por eso menos normales… falta que los demás quieran verlo quizás.
- ¿Qué pasa si no estoy preparada? ¿A cuántos heterosexuales les piden que estén preparados para asumirse frente a los otros? No es justo, mamá. Antes muerta que tarada.
- ¿Tarada? Pero, ¿qué decís?
- Esto que me pasa, mamá. Ya sé que no es una tara biológica, pero decime si a vos no te parece que soy portadora de una tara social. La gente tiene miedo de contagiarse todavía.
- La gente… la gente tiene miedo porque ignora y teme el cambio, ¿o no? Yo te sigo viendo igual de normal que ayer, pero con la espalda menos cargada. Bueno… en última instancia… que piensen lo que quieran, pero creo esto se trata de que no derriben tu deseo de felicidad. Mejor ocupate de eso, en lugar de andar preocupándote por darles razones para que piensen una u otra cosa, ¿no te parece?

“Monoamb. amob. p/prja. 30m2. ilum., bño. amp., s/gge., blcón al fte. Bo. Norte. 4216545.” Suena bien, llaman y arreglan encuentro. Se presentan al agente inmobiliario, José y Enzo, 22 y 25 años, estudiantes y empleados comerciales. El agente los mira suspicaz: “El aviso decía que era para una pareja”. “¿No parecemos una?” responde Enzo con buen humor. “Ah, claro claro… ¿les gusta?”, reacciona rápidamente, aunque no sin un dejo nervioso en sus gestos. José y Enzo cambian miradas que denotan acuerdo “Nos encanta, y el precio es razonable, ¿cuándo podemos pasar por la inmobiliaria?” “Ah, sí, bueno… eso… esteee… yo tendría que hablar rimero con mi cliente porque… porque me parece que esto no es lo que se tenía en mente y… no sé… no queremos problemas con los vecinos. Ustedes entienden, ¿no? Esta es una zona residencial, aquí viven muchas familias con nenes chiquitos. Pero… nosotros los llamamos para avisarles, no se preocupen… Los acompaño hasta el ascensor.”

Nosotrxs entendemos, ¿no?

No.

¿Vos?


6 comentarios:

Dionisia dijo...

ta lacaa los ejemplos no?
son tan posta!
por la fdma!

y bueno me rei al principio por q lo primero q se me vino a la cabeza fue mi video jaja

besos!

Diego Nofal dijo...

No se si había visto hasta ahora un blog mejor que este ¡muchas felicitaciones!

bOricUa dijo...

hey!! copadisimo lo primero :) yo ando con una pulserita de colores y me enorgullese...
Divinos los ejemplos!!


besoosss

Paty dijo...

Excelente artículo, un reflejo muy real y claramente expuesto de situaciones que se dan a diario en nuestra sociedad.
Este grupo, este blog y mucha, pero mucha gente irán consiguiendo que las cosas vayan cambiando.

trebolxs dijo...

Ojalá todxs hubiéramos tenido unxs papá y mamá tan copadxs como los de la situación 3!!!
Ojalá estuviera claro que sentirse atraído por personas del mismo sexo no es una "tara" ni biológica ni social, y que lxs taradxs son la gente como la mina de la situación 1. El otro dia fui a una charla sobre matrimonio "gay" y me enojé porque quien la daba_un homosexual_tenia la actitud de quien le suplica a la sociedad hetero, y queria demostrar que la "homosexualidad" no es una enfermedad, con el curioso argumento de que se debe a factores geneticos combinados con otras cosas. Yo quiero elegir! al momento del debate tiré el guante, pero nadie lo recogió...
Carlos

Unknown dijo...

Si, claro que se entienden las situaciones. Quisiera que aquellas personas que piensan como la minita de la situacion 1 tuvieran la mente un poco mas abierta, si tampoco es que sea tan dificil aceptar las elecciones y respetarlas! también comprendo la chica de la 3ra situacion, porque claro, esta todo este tema estandarizado de lo normal y que se yo, y nos asustamos cuando nos descubrimos diferentes. Pero si sabemos que eso no tiene por que ser asi, confio en que llegue el dia donde este todo bien :) beso gde!

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