Por Marian para Contrapunto(a)nº20

Discriminación, rechazo y ocultamiento son algunas de las tantas reacciones que se producen cuando abordamos el tema de diversidad sexual. En una provincia como ésta, donde la información y la opinión son manipuladas constantemente, un grupo de lesbianas y bisexuales se proponen desmitificar, incluir y visibilizarse.

Pasaron casi cuatro meses desde la primera reunión, y hoy ellas pueden asegurar que el vínculo es cada vez más fuerte y las convicciones cada vez más reafirmadas. Buscar entre las integrantes factores comunes, habla de una generación que no quiere aceptar el lugar marginal que la sociedad espere que ocupen. Todas cargan con historias personales que las movilizaron a unirse y organizarse, así formaron el grupo Cruzadas. En este sentido, Graciela, una de sus integrantes nos cuenta que “la primera vez que nos juntamos, noté que casi todas estábamos medio ‘desamparadas’, o sea, yo tengo mis amigas y esta todo bien con ellas, pero no es lo mismo que estar con gente que le pasa lo mismo que a vos, que se siente como vos…es un tema difícil de hablar, cargado de prejuicios y estando con otras lesbianas, sentís una contención que no creo que la hubiese sentido así en otro lado”. Durante la charla con Contrapunto, contaron que lo primero a lo que deben enfrentarse es a la mitificación sobre como es y debe ser una lesbiana; además de la desinformación que existe en temas relativos a la salud sexual entre mujeres, deslegitimando estas relaciones por no ser propias del orden heteronormativo que se impone en las personas, siendo éste (la des-información) otro de los motivos por los que se unieron al grupo algunas de las chicas, como el caso de Giselle, que comentaba que “mas allá de que exista internet como un gran medio para adquirir información, me uní al grupo porque ahí escuchas opiniones de otras personas reales, que viven situaciones concretas, que no tienen que ver con la mayoría de las personas que están heteronormativizadas, personas que me rodean y por las que antes me daba vergüenza o miedo agarrar a mi novia de la mano publicamente”

Nos salimos de la norma

Comentando cuales son los principales objetivos (y como tales, desafíos) del grupo, reflexionaron acerca de la posición en la que las ubica la cultura, y cómo escapar de la división sexista Hombre/Mujer, y por lo tanto de los roles que se espera que tengan en tanto cumplan las reglas heterosexuales les da un margen de libertad, “salimos de la posición que te asigna la sociedad por ser mujer, y empezás a cuestionar todo; escaparnos de la heteronormatividad nos da mucha libertad, pero a la vez, nos pone en conflicto con los otros, con toda una sociedad que piensa distinto, pero estar en ese lugar de disidencia, te genera una sensación de mucha autonomía y es por eso por lo que luchas” comentaba Graciela, y a esto suma Celina que decía que la autonomía tiene que ver también con dejar de esperar la aprobación de la gente, y empezar a generar el cambio desde una nueva postura, “esconderse no hace más que perjudicarnos, porque a medida que una se va asumiendo, la gente que te rodea también lo puede hacer, lo va tomando naturalmente, pero al reprimirte, esconderte y esas cosas seguís reproduciendo el discurso de la gente que no te acepta” y agrega “tenemos que salir de ese lugar de ‘estamos ofendiendo a alguien con lo que hacemos’”.
El sistema hegemónico inferioriza las relaciones lésbicas como aquellas que no pueden lograr la reproducción sexual (cómo único fin de las relaciones sexuales), las degrada desde discursos patriarcales que legitima la relación “verdadera” en tanto haya un hombre, muchas veces adaptando esta teoría al deseo de toda lesbiana de ser varón, en concreto las margina y sobre este punto Estefanía comentaba “nos pasa lo mismo que a cualquier sector de la sociedad que sea marginal, cuando no sos parte económicamente, sexualmente, religiosamente, cuando no cumplís con los parámetros que te imponen tenés q hacer doble merito para todo, si sos mujer, tenés que ser doblemente buena que un hombre para ocupar determinado cargo, solo por ser mujer; entonces ahí te das cuenta que el trato no es por persona ni por valore, sino que pasa por una cuestión política, que responde a intereses de que las cosas se mantengan como están y que nadie cuestione nada”.

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